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¿PERDIDA? ¿PERDIDO?

“No es lo que uno no sabe lo que genera problemas, sino aquello que uno sabe a ciencia cierta 
y no es cierto” Mark Twain


 
Dra. Bethania Escottto

¿Sabes lo que significa la frase “Estar más perdido que un juey bizco”? 
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Quién no, verdad?   
                       
Imaginemos por un rato que te has perdido de la forma más bochornosa cuando vas de camino a una fiesta en la nueva casa de tu mejor amig@. 

Ibas tan confiad@ en el bendito GPS y de pronto has ido a parar a una calle sin salida con un potrero al fondo, mientras la gringa del app te repite con su estridente voz “Your destination is on the right”. 

Estás a punto de estrangularla y lanzarla por la ventanilla, pero te acuerdas de que no es humana y que todavía debes más de la mitad del costo del celular. 

Así que lo agarras y llamas a tu amigo, pero como no tienes ni la más mínima idea de dónde estás, tampoco puede orientarte. Ese fue el bochorno número dos. El tres es impublicable.

Abres la boca para liberar culebras, sapos y conjuros mortales. Pero hay moros en la corte, de esos que acusan, juzgan e imitan, o sea niños. 

Así que en lugar de eso, enderezas tu espalda como puedes, respiras profundo como te enseñaron en la clase de yoga a la que nunca regresaste y decides hacer un viraje más bien en Z. 

Al parecer es hora de devolverte e intentar de nuevo la búsqueda del camino perdido. Esta vez sin Google Maps, pero con paciencia, explorando, observando, preguntando. 

Mientras exploras casi a ciegas el camino que se suponía corto y que parece ahora interminable, vas recorriendo y descubriendo a la fuerza, otros recovecos cuya existencia no habías tan siquiera considerado. 

Más de una vez pides ayuda a uno que otro transeúnte o a otros conductores, total lo único que puede suceder es que te pierdas y eso ya lo hiciste. 

Y por si no fuera suficiente, ahora también te toca lidiar con tu nuevo prójimo. Ser paciente con el que actúa como si supiera y no sabe, tolerante con aquel que sabe pero es totalmente indiferente. 

También te toca expresar las gracias, aunque sea entre los dientes a aquel que está más desorientado que tú, pero se interesa en tu situación y hace todo lo posible por ayudarte, aunque el resultado parezca ser el mismo.

Sigues sin llegar a tu destino, aunque sin darte cuenta has ido quedando inmerso en la práctica de unas destrezas de carácter que ni siquiera sabías que tenías. 

De pronto te das cuenta de que este extravío ha abierto para ti una oportunidad grandiosa de elegir tu propia interpretación de las circunstancias. 

Un aprendizaje relevante o un mero fastidio de la mala suerte, ambas percepciones tienen la misma posibilidad.  

Y así, cuando estás más familiarizad@ con tu experiencia de búsqueda y más consciente de cada tramo del camino, cuando el bochorno había sido sustituido por la aceptación de lo inevitable, de pronto empiezan a resurgir unas voces conocidas, unos rostros  amigables, gente que se abraza con gestos de despedida. 

Te das cuenta de que al fin has encontrado el camino. 

Pero sabes a conciencia, que de no haberte perdido, el llegar a tu destino hubiera transcurrido como algo enajenantemente normal y rutinario. 

Ahora es un evento grandioso, una especie de hazaña moderna. 

Sonríes aliviad@ y valoras como nunca antes el haber llegado a un espacio anhelado, a una nueva dimensión.

La de un ser más sabio, más paciente, más feliz. La fiesta la llevas dentro, así es la vida…

Esta pregunta es para ti:

¿En cuál aspecto de tu vida te has sentido totalmente perdid@? 
¿Cuál ha sido tu mayor aprendizaje?    

Dios contigo. 

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